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Porque él es nuestro Dios;
nosotros somos el pueblo de su prado
y las ovejas de su mano.
Si oyen hoy su voz
“no endurezcan sus corazones como en Meriba[a];
como el día de Masá, en el desierto,
donde sus padres me pusieron a prueba;
me probaron y vieron mis obras.

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Footnotes

  1. Salmos 95:8 Cf. Éxo. 17:2, 7.